jueves, 17 de marzo de 2016

100 partidos de Marcelo Gallardo.
















River
empató en La Paz con The Strongest por 1-1, y a pesar del sinsabor por el agónico empate del rival, la buena noticia es que su técnico, Marcelo Gallardo, cumplió 100 partidos al frente del equipo. No es un detalle menor, en un fútbol argentino tan histérico y donde los resultados entierran cualquier intención de proyectos a mediano y largo plazo. En este tema, te invito a repasar algunos datos.

100 partidos cumplió Marcelo Gallardo como DT de River Plate. Su debut fue el 27 de julio de 2014, contra Ferro y por Copa Argentina, en Salta. El partido terminó 0-0 y River pasó tras imponerse 6-5 en los penales. El balance de los 100 partidos: 47 victorias, 33 empates y 20 derrotas; River convirtió 150 goles y recibió 88.

52 futbolistas utilizó Marcelo Gallardo en los 100 partidos que dirigió a River. Marcelo Barovero (83) y Rodrigo Mora (78) son los futbolistas con más encuentros durante el ciclo. Marcelo Barovero (7115), Jonathan Maidana (6032), Rodrigo Mora (5690), Carlos Sánchez (5612) y Gabriel Mercado (5503) son los cinco jugadores con más minutos en cancha.

26 son los goles de Rodrigo Mora, el goleador de todo el ciclo Gallardo. Le siguen Carlos Sánchez y Teófilo Gutiérrez, ambos con 18. Fernando Cavenaghi con 13 y Lucas Alario con 11 son los siguientes en la lista.

1-1 es curiosamente el resultado más repetido en el ciclo Gallardo, con 18 partidos. Luego sigue el 1-0, ocurrido en 13 ocasiones. Con 9 encuentros aparecen tres resultados: 0-0, 0-1 (derrota) y 2-0.

60,94% es la efectividad de River durante el ciclo Gallardo en los segundos tiempos, el segmento favorito del técnico. En 99 segundos tiempos (no se cuenta el Boca-River de la Copa Libertadores), el Millonario convirtió 92 goles. En cuanto a los primeros tiempos, en 100 partidos River convirtió sólo 58, marcando una clara diferencia.


Los números de Gallardo en el Monumental: 25 victorias, 13 empates y 7 derrotas en 45 partidos. En condición de visitante ganó 19 partidos, empató 17 y perdió 10. En cuanto a los números en condición de neutral, está todo equilibrado: 3 triunfos, 3 empates y 3 caídas en 9 encuentros.

72 son los partidos en los que fue capitán Marcelo Barovero. En los restantes encuentros fueron capitanes Fernando Cavenaghi (17), Leonardo Ponzio (5), Jonathan Maidana (3), Germán Pezzella (2) y Leonel Vangioni (1). Además, ocasionalmente en medio de los partidos han sido capitanes Lucho González y Julio Chiarini.

31 son los partidos que llegó a estar sin caer River hasta que cayó el 12/11/2014 ante Estudiantes (1-0) en el estadio Monumental. En ese lapso ganó 21 encuentros y empató los 10 restantes. 23 de esos compromisos fueron dirigidos por Marcelo Gallardo, en el comienzo de su ciclo.

17 son los años que cortó River sin títulos internacionales al alzarse con la Copa Sudamericana, el primer título de Marcelo Gallardo al frente del equipo.

19 años pasaron para que River pueda volver a ser campeón de América. No obtenía la Copa Libertadores desde 1996, con Ramón Díaz como técnico.

4 títulos obtuvo Marcelo Gallardo hasta el momento, todos internacionales: Copa Sudamericana 2014, Recopa Sudamericana 2015, Copa Libertadores 2015 y Copa Suruga Bank 2015. Antes de la llegada del Muñeco, River tenía sólo 5 títulos internacionales.



11 son los chicos de inferiores que Gallardo hizo debutar en la Primera de River hasta el momento: Lucas Boyé (2014), Emanuel Mammana (2014), Guido Rodríguez (2014), Leandro Vega (2015), Franco López (2015), Pablo Carreras (2015), Abel Casquete (2015), Claudio Salto (2015), Lautaro Arellano (2015), Exequiel Palacios (2015) y Luis Olivera (2015).

8 superclásicos oficiales disputó River con la conducción de Marcelo Gallardo: ganó 2, empató 4 y perdió los 2 restantes. A pesar de la paridad, el Millonario venció a Boca en las dos series internacionales en la que se enfrentaron (Sudamericana 2014 y Libertadores 2015).

sábado, 12 de marzo de 2016

Ricardo Caruso Lombardi, el DT antes de la fama.



Esta semana nos enteramos que uno de los técnicos más populares del fútbol argentino, Ricardo Caruso Lombardi, vuelve al ruedo. Tras la destitución de Sergio Lippi, Sarmiento de Junín se interesó en sus servicios, y a partir de este fin de semana volveremos a verlo en el banco. Siempre con polémicas, claro, porque al parecer Caruso tiene aún unos líos por resolver con Arsenal de Sarandí, la última institución en la que trabajó.

¿Cómo arrancó a ser técnico Caruso Lombardi? ¿Cuáles fueron sus primeros equipos? En el conocimiento popular se sabe que sus primeros pasos en Primera División fueron en la banca de Argentinos Juniors, allá por 2007. Pero entonces habían transcurrido más de diez años desde sus inicios como director técnico. ¿Cuántas veces hemos leído o escuchado al respecto? Esos primeros años en el ascenso son difusos, con información difícil de recopilar. Sin embargo, hubo un Caruso Lombardi que al principio era sólo un personaje particular del ascenso.

Sus primeros días como entrenador los recuerda el mismo Caruso Lombardi, en una nota que tuvo con la revista El Gráfico hace un par de años: "En Primera, abril del 94, con Defensores de Belgrano. Hugo Bargas era el técnico y se fue faltando seis fechas. Yo estaba en la Reserva hacía unos meses y me preguntaron si me animaba a dirigir. Estaba complicado con el descenso, pero me la jugué. Perdimos en el debut contra Chacarita, 1-0 con gol del Gatito Leeb en el Monumental. ¡Qué estadio para el estreno! Arranqué a lo grande. Después perdimos 2-0 con Argentino de Quilmes en la barranca, y pensé “Ya está, debut y despedida”. A la fecha siguiente llegó el primer punto con Argentino de Rosario y sobre el final metimos tres triunfos al hilo: Almagro, San Miguel y Cambaceres, y no sólo nos salvamos del descenso, sino que nos clasificamos al octogonal, donde nos eliminó Atlanta". Tal como cuenta, los partidos iniciales fueron la fiel expresión de su carrera misma como director técnico. En la temporada 1994/95 continuaría en el club, finalizando 9º en el Apertura y 8º en el Clausura de la B Metropolitana. La primer experiencia de Caruso Lombardi como técnico fue satisfactoria: 42 partidos en Defensores de Belgrano con 13 victorias, 18 empates y 11 derrotas.

Para la temporada 1995/96, el hombre conocido como "el Tano" para propios y extraños fue llamado a ser el técnico de Sportivo Italiano, paradójicamente. Allí comenzó a verse su habilidad para los grandes desafíos, obteniendo el Apertura y finalizando 4º en el Clausura. Disputó la final ante Almagro, campeón del segundo torneo, y tras empatar en dos ocasiones, se impuso el 28 de mayo de 1996 por 2-0 en cancha de Platense y ascendió a la B Nacional.

Tras ese logro, la carrera de Caruso Lombardi sufrió una caída. Aunque la información no es precisa, para mediados de 1996 el técnico asumió el mando en Temperley, recientemente ascendido a la B Nacional. El Celeste sumó apenas 11 puntos en 16 partidos de su zona y el técnico se alejó antes de fin de año sin dejar un buen recuerdo. En marzo de 1997 se hizo cargo de Estudiantes de Caseros, quien se encontraba en la B Nacional participando de la llamada "zona permanencia". Tras sumar 20 puntos en 12 partidos, el Pincha se salvó del descenso. Para la temporada 1997/98 permaneció en el equipo, donde hizo una buena primera parte de torneo y clasificó a la "zona campeonato". Sin embargo, en marzo de 1998, Caruso se alejó de la institución. Atrás dejó 42 partidos con 17 victorias, 14 empates y 11 derrotas.






















Esos meses de Caruso Lombardi tenían muchos vaivenes. Es por eso que no sorprende que al poco tiempo de dejar el club de Caseros haya decidido volver a Sportivo Italiano. El club se encontraba aún en la B Nacional, disputando la zona permanencia. Italiano sumó 21 puntos en 14 partidos, pero no alcanzó y descendió a la Primera B Metropolitana. El técnico se quedó un tiempo más, pero al cabo de 11 fechas (4 victorias, 4 empates, 3 derrotas) volvió a irse para tomar las riendas de Estudiantes una vez más, llegando a noviembre de 1998.

La campaña de Caruso Lombardi en Estudiantes de Caseros, en esta ocasión, fue desastrosa. El equipo obtuvo muy malos resultados, y aunque no hay mucha información al respecto, lo cierto es que el Pincha finalizó la temporada 1998/99 en la última posición y descendió a la B Metropolitana. El Tano permaneció un tiempo sin trabajar. En abril de 2000 volvería al ruedo, sentado en el banco de suplentes de Platense. Aunque hoy el club parezca instalado en el ascenso, en aquellos años jugó en Primera hasta 1999, año donde finalmente descendió de categoría. Los resultados de Caruso no fueron los mejores, y por eso se marchó tras 17 partidos (6 victorias, 3 empates, 8 derrotas) en noviembre del 2000: "El entrenador de Platense, Ricardo Caruso Lombardi, que fue despedido tras la derrota, tuvo que soportar distintas agresiones, entre ellas, un zapatazo de un plateísta que el DT devolvió", dice este viejo artículo de La Nación.

A mediados de 2001 comenzaría un nuevo ciclo al frente de El Porvenir, en la B Nacional. El equipo tuvo un excelente Apertura, permaneciendo invicto hasta la fecha 19. Finalmente culminó 9º en ese campeonato con 9 victorias, 11 empates y 4 derrotas. En febrero del 2002, tras vencer 2-1 a Gimnasia de Entre Ríos como visitante, el DT se alejaría de la institución por problemas salariales.

El siguiente trabajo de Caruso Lombardi fue en All Boys, al comenzar la temporada 2002/03, en la dura B Metropolitana. En el Apertura finalizó 4º con 40 puntos, a sólo cinco de Ferro (el campeón). Luego sumaría 24 puntos en 14 partidos del Clausura y clasificaría al reducido por el ascenso. Allí superó en 4tos de final a Sportivo Italiano y en semifinales a Deportivo Morón. En la final superó a Central Córdoba de Rosario y así logró disputar la promoción por el ascenso contra El Porvenir. En el partido de ida igualó 1-1 como local y en el partido de vuelta, al igualar 1-1 como visitante, perdió la posibilidad de ascender de divisional. Atrás quedaron situaciones insólitas como estas: "El agónico empate de Monje pareció calmar las aguas; al menos, los hinchas de All Boys ya no insultaban al DT. Pero Caruso Lombardi habló con la prensa y sus palabras fueron seguidas de cerca por los hinchas a través de varias radios partidarias: "Presento la renuncia, no estoy preparado para ser insultado los 90 minutos. Mi familia ya no puede venir a la cancha. Estamos segundos y perdí un solo partido. No quiero pensar lo que sería si hubiese perdido tres... me hubieran matado. All Boys no está preparado para tener un técnico en serio; siempre tuvo drogadictos o tipos que les pagaban a los barrabravas. Se la tendrían que agarrar con los que llevaron al club a esta situación. Ya se van a dar cuenta de lo que perdieron". Caruso salió del vestuario y un grupo de 10 hinchas lo increpó; de repente, alguien le dio un golpe de puño en la nariz y lo cortó; salieron sus colaboradores y se enfrentaron con los barras, mientras la policía intentaba separar. Cuarenta minutos más tarde, el DT salió custodiado por algunos policías y un grupo de hinchas, que lo acompañaron dos cuadras hasta el estacionamiento donde estaba su vehículo. En el camino, los violentos volvieron al ataque, en la calle Alcaraz; hubo forcejeos, pero no pasó a mayores", como se lee en esta nota de La Nación. Caruso Lombardi continuó en el club de Floresta para el Apertura 2003 de la B Metropolitana, pero una propuesta de Tigre lo hizo irse antes de finalizar el certamen. Fueron 60 los partidos dirigidos en All Boys, con 24 victorias, 25 empates y 11 derrotas.



El 29 de noviembre de 2003 Caruso debutó en el banco de Tigre, perdiendo 4-0 ante Platense por la B Metropolitana. Dirigió apenas 5 partidos en el Apertura, finalizando 12º, y todo el Clausura 2004, culminando 16º y dejando atrás una mala temporada. Sin embargo, la 2004/05 fue la que depositó al técnico en los medios nacionales más importantes. Tras ser campeón del Apertura y campeón del Clausura, este último en forma invicta, Tigre ascendió a la B Nacional de manera inobjetable. Eran días donde el ténico se animaba a compararse con José Mourinho, el portugués que había hecho campeón al Chelsea de la Premier League con números muy parecidos a los de Tigre. Caruso Lombardi se quedó en el Matador hasta finales de 2006, con un balance de 123 encuentros dirigidos: 58 victorias, 41 empates y 24 derrotas.

Lo que sigue es más conocido. A partir de 2007 Ricardo Caruso Lombardi comenzó su camino en Primera División, convirtiéndose en un técnico famoso por ser "sacapuntos". Comenzó con 24 partidos como DT de Argentinos Juniors. En septiembre del 2007 asumió en Newell's, al que dejó tras 28 partidos y una lucha ardúa por no descender. En 2009 se hizo cargo de Racing (24 partidos), al que también ayudó a engrosar el promedio. En 2010 dirigió 37 partidos a Tigre. En 2011 a Quilmes (15), descendiendo a pesar de sumar una buena cantidad de puntos. En 2012 a San Lorenzo (25), al que también ayudó a evitar el descenso. En 2013 realizó la misma labor en Argentinos durante 34 partidos, y en 2014 volvió a Quilmes por 17 encuentros. A mediados de 2014 se hizo cargo de Tristán Suárez, al que llevó a la final del reducido por el ascenso donde fue derrotado por Villa Dálmine. El último trabajo fue el año pasado, en Arsenal, durante 20 compromisos. Ahora se viene la etapa en Sarmiento de Junín. Pero para conocer el presente, es bueno conocer el pasado. Y el de Caruso Lombardi está lleno de emociones y un recorrido incansable por el ascenso argentino.

martes, 22 de diciembre de 2015

¿Messi de River?



















Alguna vez el astro rosarino vistió la banda roja. Simbólicamente, claro, porque jamás jugó en River ni en ninguna de sus divisiones juveniles. Pero un día, entre fines de 1999 y principios de 2000, un pequeño Lionel Messi, pero pequeño de verdad, fue llevado a Núñez para ser probado junto a otros tantos chicos. El talento, la gambeta prodigiosa y todos esos rasgos característicos en él impactaron a los encargados de esa prueba, y fue así como Messi quedó, como se dice habitualmente. Estuvo unos días (3, 4) practicando con las infantiles de su categoría (1987), donde se comenta que compartió el último día una dupla de ataque con Gonzalo Higuaín. Sin embargo, terminó siendo una anécdota. Se desconoce realmente el motivo. Siempre se comentó que fue River quien lo rechazó, por el tratamiento tan costoso de inyecciones al que Messi debía someterse de chico. Pero no es la única versión. Se habla de problemas con el pase de Newell's, de problemas con la pensión, con el trabajo del padre de Lionel, entre otras razones. Quizás la primera sea la correcta, la que en lo personal me deja peor sabor a boca. Todos conocemos como siguió la historia, con Messi viajando a Barcelona para instalarse allí, donde aún permanece hasta estos días.

De alguna manera, Leo Messi y River se relacionan. Ya no es sólo aquella anécdota de cuando era un niño. El 10 de la Selección siempre ha enfatizado su idolatría por Pablo Aimar, uno de los emblemas del conjunto riverplatense en esos años donde Leo estuvo a punto de quedar en el club. Con toda lógica, uno entiende que Lionel pasaba algunas horas de su niñez mirando partidos de su ídolo, por ende de River. El perdón a los hinchas del equipo argentino después de marcarle en la final del Mundial de Clubes es cuanto menos curioso. En 2009 Messi gritó con alma y vida el gol que le dio el título a Barcelona frente a Estudiantes, en un contexto completamente diferente al del otro día. Quizás Lionel, más maduro, decidió que ante un equipo argentino no debía festejar tan efusivamente. O quizás realmente sintió que debía pedir perdón después de convertirle a un club por el cual tiene aprecio. Leí en redes sociales que Messi se llevó varias camisetas de River, algo que no lo alcancé a ver en portales de información más precisos.


¿Y si Messi quedaba en las infantiles de River? Es difícil de saber si hoy sería el mismo. Aquellas cuestiones aprendidas en La Masía son muy particulares, y aunque el semillero de River es reconocido por ser históricamente muy bueno, quizás el rosarino no sería el futbolista tan brillante que es hoy. Posiblemente hubiera debutado en Primera División entre los años 2004 y 2005, algo que ocurrió pero en Barcelona. En esos años el DT de River era Leonardo Astrada. En el primer semestre del 2005, con motivo de la disputa de la Copa Libertadores, el técnico del Millonario utilizó varios suplentes y juveniles por el campeonato local, haciendo debutar en Primera entre otros a Gonzalo Higuaín y Radamel Falcao García. Probablemente esos días Messi hubiera pasado por lo mismo, o quizás no, quizás su buen desempeño lo hubiera catapultado en Primera a muy temprana edad, como ocurrió con Maradona y el Kun Agüero, ambos saliendo a la cancha a los 15 años.

La duda también aparece al observar que esos años de River no fueron los mejores del club. Lentamente la situación iba a llevar al descenso acontecido en el año 2011. Entre 2006 y 2007 River aún mantenía competividad, pero no conseguía títulos y permanecía a las sombras de su archirrival Boca Juniors. Si las cosas andaban bien, quizás Messi hubiese emigrado al fútbol europeo muy temprano. Agüero se marchó a Europa luego de una temporada 2005/06 fenomenal. Antes había disputado partidos en Primera, pero fue esa la de su consagración y despegue. Quizás Messi se marchaba también rápido. Higuaín se fue de River a fines de 2006, por ejemplo. Si permanecía en el club hasta entonces, el astro rosarino hubiese compartido plantel con un tal Ariel Ortega...


¿Y adónde hubiese ido Messi? Atlético Madrid compró a Agüero y Real Madrid a Higuaín. No recuerdo que Barcelona haya comprado a alguien del fútbol argentino en los últimos años, por lo que empiezo a creer que el rosarino quizás ni pisaba tierras catalanas. Es algo imposible de saberlo porque nunca ocurrió tal cosa, pero cualquier cosa que no sea Messi en Barcelona sorprendería. En ese caso, con esta carrera alternativa de Lionel, lo podríamos haber visto en clubes de menor valía, algo que reclaman muchos de sus acérrimos críticos al recordar las hazañas de Maradona en Nápoli. Yo me sigo preguntando cuánto del actual Messi veríamos en este Messi alternativo, sabiendo que futbolistas habilidosos han salido bastantes en Argentina, y quizás simplemente podría haber sido uno más, bueno de todas formas, pero no al nivel conocido.

Pensar en una realidad alternativa es una herramienta para darle rienda suelta a la imaginación. Las cosas que plasmé acá fueron elementos de mi fantasía, pero aún a pesar de eso creo que me quedo con una única certeza: entre todos aquellos clubes que no son Newell's, el club del que Lionel Messi es hincha confeso, hay uno que tiene su respeto y su simpatía. Ese es River Plate.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Está bueno (pero no tanto).

28 de mayo de 2011. El árbitro húngaro Viktor Kassai hace sonar su silbato y el público del mítico estadio Wembley vitorea al nuevo campeón de Europa. Pedro Rodríguez, Lionel Messi y David Villa fueron los autores de los tres tantos con los que el Fútbol Club Barcelona de España venció 3-1 al Manchester United inglés. No es un campeón más. El campeón es el Barcelona de Guardiola, el genio detrás de un equipo que maravilla a todo el planeta del fútbol. Sus futbolistas minimizaron al gigante británico con la misma naturalidad que ante equipos de menor valía. Es para admirarlos hasta el cansancio.
29 de mayo de 2011. Bahía Blanca. El local, Olimpo, acaba de perdonarle la vida a uno de los dos clubes más grandes de la Argentina. Un River timorato se llevó un empate a cero con sabor a poco. La angustia de los promedios se hace cada vez más insoportable. ¿Puede acaso un grande como River descender a segunda división? Hasta el último partido, aquel del 26 de junio, todo el país pensó que de alguna o de otra manera no iba a ocurrir. Pero ocurrió. Tragedia, caos, desolación.
Cuatro años y casi siete meses después, Barcelona y River protagonizarán la final del Mundial de Clubes. Los dos mejores equipos del mundo, aunque sea en este torneo, frente a frente. A ningún riverplatense le hubiera parecido creíble pensar en esto en aquellos días turbulentos del 2011. ¿Vieron que de vez en cuando aparece algún loquito a pronosticar cosas así? Al menos recuerdo que hace un par de años atrás, algún delirante nos advertía que Boca en este 2015 se iría al descenso, cosa que finalmente estuvo muy lejos de ocurrir. Esta actualidad de River parece mentira. De vez en cuando uno intenta pellizcarse para ver si está soñando, pero efectivamente no. Esto es real.
Este partido histórico me inspira de múltiples maneras. En este espacio trataré de abordar desde algunos aspectos que me tienen en vilo a horas del desarrollo del espectáculo deportivo.



La brecha.
Ya el año pasado, cuando San Lorenzo enfrentó a Real Madrid, pensaba en como han mutado las cosas. Hace muchos años que enfrentar a un equipo europeo tiene algo distinto, se siente como si fuera un privilegio. Con el tiempo, la brecha económica entre Sudamérica y Europa se fue haciendo más importante. Todo se vino abajo con la ley Bosman. Los europeos comenzaron a llevarse a nuestros futbolistas con mucha más decisión. Primero esperaban su natural desarrollo en el equipo de origen. No nos llevemos todavía a Fulanito, esperemos a que demuestre todo su potencial allá. Ahora ni eso. Cuanto antes, mejor. Que Fulanito empiece a adaptarse a la vida en Europa. Y es así como el futbolista, salvo excepciones, permanece en el banco de suplentes o es cedido mientras en el club de sus raíces lo extrañan a mares. Como si fuera poco, algunas potencias empiezan a llevarse futbolistas de Sudamérica o de otros países antes de su debut profesional. Sino que le pregunten a Barcelona, el mismísimo rival de River, víctima de una sanción de FIFA por irregularidades en traspasos de juveniles. La ambición de las instituciones europeas por ser las mejores, las más exitosas, las más ganadoras, no encuentra límites. Los perjudicados somos los que no solucionamos nuestros problemas sacando la billetera. Al contrario, en la Argentina los clubes, ahogados por las deudas, se refugian cada vez más y más en ventas al viejo continente. En ese escenario, mientras en Europa se forman equipos de primer nivel, mejores que cualquier Selección Nacional, con proyectos a largo plazo y la posibilidad de traer casi a cualquier refuerzo que se propongan, en Sudamérica los equipos intentan conseguir el éxito con lo que pueden, con una mezcla de chicos con veteranos, y con el conocimiento de que cualquier año positivo irremediablemente deriva en múltiples ventas y un recambio doloroso. Mientras en Europa protagonizan la Champions League siempre los mismos clubes (los más ricos), en Sudamérica es todo más igualado. Una brecha que se hace cada vez más intensa.



¿Cómo carajo se le gana?
Nadie tiene la respuesta. Algunos tienen la fortuna de lograrlo. Ese día se levantan todos con el pie derecho, hacen el partido de su vida y lo consiguen. Sorprende mucho más cuando se trata de un equipo humilde, sencillo, terrenal como casi todos los equipos del mundo. Pueden haber cien modos de encarar el partido, y en todas Barcelona seguramente se salga con las suyas. No es fácil. El adversario casi no tiene puntos débiles. Refugiarse en campo propio es arriesgarse a que los futbolistas rivales estén más cerca del área, en forma constante, conviviendo con el peligro. Salir a buscar el partido y dejar espacios atrás es la perdición, con mucha más evidencia ante un equipo como Barcelona que tiene a sus tres fenómenos de arriba como mayor virtud.
Desde agosto para acá, el juego de River convenció cada vez menos. En el partido ante Sanfrecce Hiroshima vimos un equipo con la intención de tener la pelota, pero demasiado previsible. En los primeros 45 minutos, la imprecisión y falta de ideas fue la peor combinación para un equipo que jugó con las líneas adelantadas. Los japoneses no convirtieron en alguno de sus varios contraataques porque Barovero se calzó el traje de héroe (una vez más). La poca coordinación defensiva, con un Álvarez Balanta en un nivel muy bajo, es uno de los problemas más notorios del River de Gallardo en estos tiempos. Entonces uno empieza a creer que la idea de buscar el partido ante este Barcelona es una tarea cuanto menos preocupante. En caso de optar por refugiarse y contragolpear, las dudas no dejan de estar presentes. River tuvo partidos y partidos, pero jamás cedió la iniciativa completamente. En caso de hacerlo ante Barcelona, deberá ser rápido para aprovechar las oportunidades donde consiga la pelota, buscando los huecos que deje el equipo culé en el fondo. Con futbolistas veloces, pero sobre todo precisos. Una precisión que en el encuentro ante Sanfrecce Hiroshima el equipo argentino no mostró.
¿Cómo carajo se le gana? Gallardo debe tener una respuesta en forma de creencia. En el fondo la respuesta no la tiene nadie. Este Barcelona no está al nivel de aquel que maravillaba al mundo como el de Guardiola, pero tiene arriba a tres futbolistas letales que pueden hacer añicos cualquier esbozo de esperanza. De todas maneras, la preocupación en lograr el funcionamiento perfecto del equipo debe ser una de las ocupaciones más cesudas de Gallardo en estas horas. Al rival lo conocemos todos. Es hora que ellos conozcan a River.



Goleadas, no.
En el fondo pienso que ni debería escribir sobre esto, pero me meto en el baile. Lo peor que puede ocurrir ante Barcelona es recibir una paliza de esas que duelen. No sorprendería a estas alturas. Los hinchas de los demás equipos se harían eco del traspié, aunque posiblemente cualquier otro equipo argentino sufra los mismos reveses ante tamaño rival. Esta preocupación de algún modo también está relacionado con el modo de plantear el encuentro. Buscar demasiado arriba sin tomar las mejores decisiones defensivas puede llevar a una goleada inevitable. ¿Qué se hace si River juega retrasado pero le convierten? Será obligación ir a buscar, y ahí viene otra vez el problema. ¿Es realmente digno perder por uno o dos goles pero no jugársela? San Lorenzo hizo un partido bastante pobre ante Real Madrid, siendo lo más sólido posible en defensa, pero demasiado atado a un juego defensivo que jamás le dio chances reales de adelantarse ante los españoles. Nadie quiere pensar en esta opción, la de ser goleados, pero puede ocurrir, y habrá que ser inteligentes para salir airosos. River es el campeón de América, y está donde está porque hizo las cosas bien. Cualquier resultado adverso es en los papeles más que lógico, y nadie debería chicanear al equipo de Gallardo por ello. Internamente, me sentiré más conforme si River intenta jugar de igual a igual ante Barcelona, aunque me duela demasiado sufrir un resultado abultado. De lo contrario, me sentiré con sabor a poco, y con la misma angustia por haber perdido, aunque sea por uno o dos goles como le pasó a San Lorenzo.



Barcelonismo.
Cierro con lo más personal de este texto. El fútbol europeo gravita tanto en la vida de los futboleros que somos muchos los que tenemos equipos favoritos en el viejo continente. En algún momento, sobre todo en los años de Guardiola, sentía una gran simpatía por Barcelona. En el último tiempo, por varias razones, me alejé un poco. Este equipo de Luis Enrique no me llama mucho la atención. Pero aún así, hay varios simpatizantes del conjunto culé en Argentina. Por supuesto que no está mal. Hace unas semanas en otra entrada escribía mi parecer ante aquello de simpatizar por equipos multimillonarios, que casi nunca pierden, por demás populares. No están entre mis favoritos. Respeto al que no lo ve así, aunque hay días como estos donde la tolerancia se me empieza a perder un poco. Desde aquel hincha de Boca que es barcelonista y está esperando agazapado el momento en que su querible equipo catalán haga lo que su equipo argentino no pudo hacer, hasta aquel hincha de River que también es barcelonista, y que cree que la final del Mundial de Clubes es un partido donde gane quien gane estará contento. No lo puedo entender, y eso que no soy fanático de River a locura. Impulsado por un odio que un poco me avergüenza, del "ellos son más", "ellos tienen todo para ganar", "ellos son los favoritos", "ellos se creen los mejores", me estimulo imaginando que el domingo es una guerra futbolística. Para mí son ellos contra nosotros. El rival a vencer. El enemigo. Esa manera de ver las cosas quizás me termine perjudicando, e incluso muchas cosas del Barcelona me caen de maravillas (mi admiración por Messi es infinita), pero en estas horas soy tozudo, y veo las cosas de esta manera. Entonces es por esto que aunque el partido con Barcelona está bueno, buenísimo, también pienso que no tanto. Nunca pensé que estas paradojas se hicieran realidad, pero se darán, y tendré que ser fuerte para tolerar a algún boquense camuflando su felicidad en colores azulgranas o a algún riverplatense atenuando su tristeza porque su equipo europeo es campeón del mundo. Ojalá que esto último sea sólo un elemento más de mi imaginación, y que River le gane la final a Barcelona. Ojalá.

viernes, 20 de noviembre de 2015

No me importa.



















Dentro de unas horas se jugará Real Madrid vs. Barcelona, y el título resume con crudeza mis sentimientos. Tengo razones para decir que el clásico español no me importa, aunque debo admitir que cuando se me cruzan ideas y pensamientos sobre algo, soy tozudo. Seguramente parecerá una exageración de mi parte, y reconozco que es posible que lo sea.
Por empezar, no hay sobre la faz de la Tierra un clásico con tanto poder mediático. Desde la época donde se lo vendía como equipos antagónicos, con Guardiola y Mourinho, Messi y CR7 frente a frente, este partido paraliza al mundo entero. Millones de personas son simpatizantes de Barcelona y Real Madrid, a pesar de estar a kilómetros de distancia de España. Por un tiempo fui parte de esa bola de espectadores que consume con devoción el clásico, pero eso cambió. En el partido de la Liga anterior, cuando Barcelona venció 2-1 a Real Madrid con un tanto de Luis Suárez, me di cuenta de como en Argentina estaban casi todos pendientes de este partido casi tanto como de un clásico nacional. Nadie se lo quiere perder, y es tema en redes sociales durante horas. Me llamó la atención. En ese mismo momento se estaban jugando partidos del torneo local, y por supuesto que nadie los estaba mirado. Yo tampoco.

















No me subo al tren del patriotismo extremo. Para mí no está mal que alguien prefiera mirar fútbol europeo, o extranjero en general, antes que un partido en Argentina. Me parece, de hecho, que el amante del fútbol mira más allá de su equipo de los amores; para mí un amante del fútbol tiene que tener un conocimiento más o menos globalizado de la práctica del deporte más popular, porque sino sería más bien un ser apasionado por su equipo y no mucho más. Sin embargo, el fútbol extranjero no es solamente este tipo de partidos, repleto de astros. Simpatizar por equipos foráneos es bueno, pero inclinarse hacia donde las luces iluminan más alto me parece sencillo, común, demasiado común, aburrido. Estamos hablando de clubes con billeteras exorbitantes, de esos que salen campeones en sus ligas sacando diferencias abismales con el resto. Pienso que este clásico no debería llamar tanto la atención como sí otros duelos en el fútbol europeo, con equipos que despliegan buen juego, espectaculares aunque no sean ni los más populares ni los más ricos.
Ese último punto me lleva a otra de las razones por las que esta nueva edición del derby español no me importa. Ni Real Madrid, con la conducción de Rafa Benítez, ni Barcelona, con Luis Enrique, son equipos que llenen los ojos del espectador. Como mencioné en el anterior párrafo, hay equipos que personalmente valoro más, como Celta o Rayo Vallecano, cuadros chicos con ambiciones grandes, ofensivos, atractivos. Salvo por sus individualidades, los protagonistas del clásico no fascinan por su juego. Real Madrid está buscando un funcionamiento con piezas nuevas y sobre todo con un técnico como Benítez que parece no encajar en un club tan exigente. Barcelona ganó todo lo que ganó porque contó con tres futbolistas de primer nivel mundial, pero no pasó de eso. No le quita valor a los títulos lo que estoy mencionando, pero es necesario recalcarlo porque personalmente no sentí demasiada empatía con el conjunto catalán la pasada temporada.

















Para finalizar, una de las razones más difíciles de explicar es que este clásico no me importa por Messi. Tamaña locura la que estoy diciendo, ¿no? El período de recuperación del futbolista argentino no tenía porqué acelerarse, y desconozco asuntos físicos y médicos en profundidad como para opinar al respecto. Pero no puedo menos que ofuscarme al ver que Lionel puede volver de su lesión en uno de los partidos más importantes de la temporada para Barcelona, y no hace unos días, cuando la Selección disputó encuentros complejos. Messi es el incentivo de cada día para los que amamos el fútbol, porque cuando uno se sienta a ver un partido de él, sabe que cuando la pelota le llega algo mágico puede ocurrir. Esta vez me alegraré por su regreso, aunque en el fondo me sienta con rabia, porque hubiese preferido verlo volver antes. Reitero, seguramente era imposible en términos médicos tenerlo para esas fechas al astro rosarino, pero también pienso que en los últimos días se apuró su recuperación para poder contar con él en este clásico.
Gran partido nos espera dentro de unas horas. Podrá ser entretenido, dinámico, emotivo, o podrá ser un bodrio, una pérdida de tiempo, una decepción. Yo no se los podré contar, porque quizás ni siquiera me siente a verlo. Sencillamente no me importa.